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Cómo hacer frente al acoso sexual y al sexismo en el movimiento vegano
marzo 8, 2018
Cómo podemos hacer frente al acoso sexual y al sexismo en el movimiento vegano mediante la conciencia y el respeto por la dignidad humana
por Melanie Joy, pHd
Este artículo fue escrito después de varios cargos de acoso sexual contra dirigentes masculinos en el movimiento estadounidense por la defensa de los derechos animales. La cuestión ha sido un tema candente entre defensores de los animales en los Estados Unidos y ha captado incluso la atención de los principales medios de comunicación, como han atestado publicaciones en The New York Times y Politico. Algunos hombres que ocupaban posiciones de alto liderazgo han renunciado a sus cargos y algunos de los donantes principales están retirando la financiación de organizaciones que no se han mostrado comprometidas a garantizar un ambiente laboral seguro y respetuoso para las mujeres.
La noticia de las denuncias recientes de acoso sexual en el movimiento vegano me entristeció, pero no me sorprendió. Cuando el sexismo prevalece, las infracciones sexuales son inevitables – y el sexismo es un sistema profundamente arraigado a nivel mundial, que afecta a todos, incluso los veganos. El acoso sexual forma la punta del iceberg del sexismo, una manifestación visible de un problema más profundo.
El acoso sexual no podría existir en un mundo sin sexismo, así como el consumo (innecesario) de animales no podría existir en un mundo sin carnismo.
De ahí que sea de la opinión que, por importante que sea hacer frente al sexismo dentro y fuera del movimiento vegano, deberíamos centrarnos también en las raíces del problema: las creencias y conductas sexistas que crean un terreno fértil para el acoso sexual, un argumento que ha sido defendido durante décadas por varias brillantes veganas feministas. También considero que necesitamos discutir el problema de una manera que incremente la posibilidad de avanzar hacia un cambio positivo, en vez de reforzar los patrones disfuncionales de comunicación y de ahondar las divisiones que causaron tantos daños a las personas y que redujeron la influencia de nuestro movimiento. Los debates sobre este asunto deben respetar la dignidad de todos los implicados y ofrecer oportunidades prácticas para la transformación.
Entonces, ¿cómo podemos hacer frente al sexismo?
En primer lugar, debemos entender lo que nos impide, y de ahí cuáles medios tenemos para traspasar esta barrera. El primer obstáculo para hacer frente al sexismo es la mentalidad que éste crea en los hombres (y también en algunas mujeres, que sin saberlo defienden conductas sexistas) que hace que no ven el sexismo, al mismo tiempo que lo defienden con intensidad. Visto los daños importantes causados por el sexismo y la prevalencia de su expresión – las actitudes y conductas sexistas son profundamente arraigadas en nuestra vida diaria – los que pueden verlo, y que sufren sus consecuencias, inevitablemente sienten la urgencia de crear conciencia, de la misma manera en que muchos veganos sienten la urgencia de crear conciencia sobre el carnismo. En efecto, la principal herramienta para la transformación es la conciencia.
Muchos veganos reconocen el papel central que tiene la conciencia cuando se trata de transformar el carnismo – conciencia de las consecuencias del carnismo (como sufrimiento animal, destrucción ambiental y problemas de la salud humana), conciencia del veganismo como alternativa ética al carnismo, y conciencia también, muy a menudo, de los mecanismos con los cuales los no-veganos se defienden contra esta conciencia: la conciencia del privilegio carnista. El privilegio carnista es una estructura mental defensiva, que se activa siempre que un non-vegano considera que su derecho de consumir animales está siendo cuestionado, que distorsiona sus percepciones y que bloquea su empatía – de modo que una conversación racional sea imposible y, por lo tanto, la acción compasiva improbable.
La conciencia es también una herramienta central para hacer frente al sexismo – la conciencia de la naturaleza y de las dinámicas del sexismo, del feminismo como alternativa ética, y de la estructura defensiva que mantiene el sexismo en su lugar, haciendo que los hombres resistan a la conciencia: el privilegio masculino. Debemos reconocer las maneras específicas en que el sexismo se manifiesta y se perpetúa – muchas de las cuales son sutiles e indetectables para quien no tenga conocimiento del sexismo y de las dinámicas de género – y debemos hacer visibles las maneras en que el privilegio masculino distorsiona las percepciones de los hombres y bloquea su empatía, transformando debates potencialmente iluminadores sobre el sexismo en discusiones destructivas que refuerzan el problema, en vez de transformarlo.
Yo (y muchas de mis compañeras) hemos intentado hablar del sexismo dentro del movimiento durante muchos años, pero en la gran mayoría de las veces, mis preocupaciones fueron respondidas de la misma manera en que las preocupaciones de los veganos son respondidas por los no-veganos defensivos: en el mejor de los casos, fueron reconocidas pero olvidadas después. Con mayor frecuencia, han llevado a reacciones de ferviente oposición contra mi persona y, probablemente, contra lo que representaba: una amenaza al orden sexista establecido. He expuesto mis preocupaciones en múltiples ocasiones – de manera objetiva y gentil, pero con la urgencia que sentí que merecían. He señalado transgresiones sexuales que observaba durante algunas de mis visitas a organizaciones de defensa de los animales – cuando veía, por ejemplo, como supervisores masculinos intentaban flirtear con sus funcionarias – y me han dicho que estaba dando demasiado importancia. He señalado actitudes sexistas, en que hombres discutían abiertamente el atractivo físico de una funcionaria – su “juventud y belleza” y “como ella apreciaría un coche lujoso” – y me han dicho que al fin y al cabo, los hombres son así. He propuesto el uso de un lenguaje no-sexista o una representación igualitaria de mujeres y niñas en materiales de divulgación y me han dicho que esta corrección política es ir demasiado lejos. He hablado con hombres que pensaba que me entenderían sobre mis experiencias personales con el sexismo – como cuando, por ejemplo, yo era la única mujer en un panel de debate y fui constantemente interrumpida por los hombres – y me han dicho que “esto no tiene nada que ver con género, es de la cultura.” He escuchado hombres refiriéndose uno al otro como “pussies” (lo que puede significar tanto el sexo femenino como “cobardes”) y usando el femenino como ofensa de otras maneras, y cuando señalaba que este lenguaje era ofensivo, me han dicho que estaba exagerando. Estos son solo algunos ejemplos que han marcado mi experiencia, siendo una mujer que intentaba conciencizar los hombres sobre el sexismo.
En todos estos casos, hombres que no tenían prácticamente ningún conocimiento – ninguna conciencia – sobre sexismo, feminismo y privilegio masculino, argumentaban contra mí de manera fervorosa, a pesar de que yo viví medio siglo en un cuerpo de mujer, había impartido cursos universitarios sobre el sexismo, y tenía un doctorado en psicología social. Esta es la naturaleza del privilegio masculino: distorsiona las percepciones de manera que las personas piensen que tienen más conocimiento del que tienen en realidad, y hace que perciban opiniones como hechos y hechos como opiniones. Además, el privilegio prohíbe que las personas vean su propia defensiva: la fortaleza mental del privilegio es visible únicamente para quien se encuentre a su lado exterior. Es por eso que los no-veganos que no saben prácticamente nada sobre el carnismo y el veganismo actúan de repente como especialistas cuando encuentran un vegano informado, argumentan contra los hechos del vegano como si fueran opiniones, y presentan sus propias opiniones como si fueran hechos (por ejemplo: “Los animales no sufren en granjas humanas/orgánicas” o “No es posible construir musculatura sin consumir proteínas animales”). No puede existir una conversación racional o, por lo tanto, una resolución viable del problema si la brecha de conocimientos es tan significativa que el privilegio distorsiona las percepciones hasta el punto de no poder ponernos de acuerdo sobre los hechos básicos relacionados al asunto.
En determinado momento, dejé de hablar sobre el sexismo con la mayoría de mis colegas masculinos (pero en cambio empecé a escribir sobre el tema). Me di cuenta de que el estancamiento en el debate era insuperable. En vez de escucharme, mis colegas argumentaban contra mí, hacían de abogado del diablo, cuestionaban mis “argumentos” y usaban anécdotas personales para “refutar” mi punto de vista de que el sexismo era un problema dentro (y fuera) del movimiento vegano. Se mostraban reacios a adquirir más conocimientos en los ámbitos claves que los ayudarían a sobrepasar su privilegio masculino y de hecho, a discutir sobre el tema conmigo desde una perspectiva informada. Los libros que recomendé eran “demasiado aburridos”, blogs y artículos “demasiado provocantes”, y películas “demasiado largas” – y esos comentarios vinieron de algunos de los consumidores más voraces de información que conocía. O me ofrecían un quid-pro-quo: “puedo leer un libro sobe el sexismo si tú lees un libro sobre como el feminismo ha ido demasiado lejos,” de este modo negando la existencia de una brecha de conocimiento. Imagínese que un no-vegano diga que leerá Liberación Animal solamente si el vegano lee El mito vegetariano, como si el vegano no hubiera sido alimentado con propaganda carnista desde su pequeña infancia, como todo el mundo. Dejé de hablar del sexismo porque mis relaciones con muchos de los hombres alrededor de mí empezaron a empeorar (al menos de mi perspectiva; normalmente es la persona al otro lado del privilegio el que se siente no visto e inseguro, y que encuentra dificultades para mantener el respecto por el otro – de la misma manera en que un vegano que es el blanco de las bromas carnistas hostiles de un no-vegano con el tiempo ya no es capaz de sentir una conexión con él, mientras el no-vegano piensa que todo está bien).
Lo que más me entristeció fue que yo sabía que estos hombres veganos se preocupaban verdaderamente – por los otros, por su impacto sobre el planeta, y por la justicia. Claro, diríamos lo mismo de muchos no-veganos que también se preocupan por estas cosas, pero que al mismo tiempo se niegan a tomar el veganismo en serio y continúan comiendo animales. De hecho, aunque son los autores del acoso sexual los que atraviesan abiertamente esta línea, son las otras personas a su alrededor las que crean el ambiente en que tales infracciones son posibles, hasta inevitables – de la misma manera que la violencia de la industria agropecuaria hace posible con la complicidad de las masas de consumidores. Una de las grandes tragedias de los sistemas opresivos, como el sexismo y el carnismo, es la epidemia invisible de personas de bien que no hacen nada. A veces es más doloroso ver los testigos pasivos de la injusticia que los perpetradores directos. Tenemos más expectativas de las personas en que creemos. Quizás es esto lo que inspiró Dr. Martin Luther King, Jr. a decir: “Al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos.”
Si queremos detener esta destrucción sexista, debemos asegurarnos de que aquellos que no tienen conciencia de sexismo, feminismo y privilegio masculino obtengan conocimientos.
Obtener conocimientos lleva a un estado de conciencia – de estar intelectual y emocionalmente informado. La conciencia significa conocimiento de los hechos, pero también empatía con aquellos que son víctimas del privilegio. Esto es especialmente cierto para los hombres, que inevitablemente han heredado una mentalidad sexista (como los no-veganos han heredado una mentalidad carnista) y para quienes el pensamiento sexista continuará siendo la norma hasta que tomen la decisión consciente de interceptarlo. En otras palabras, los hombres no pueden cambiar si no conocen el mecanismo de funcionamiento del sistema que perpetúan y, específicamente, si no saben cómo este afecta sus percepciones e influencia sus sentimientos y conductas. Obtener conocimientos es importante para las mujeres también. Muchas mujeres no se expresan sobre el sexismo, no solamente porque la cultura sexista las silencia, sino también porque no reconocen los comportamientos sexistas cuando los ven, casi del mismo modo que muchos veganos no reconocen la actitud defensiva carnista cuando esta se vuelve en contra de ellos. Particularmente los dirigentes de las organizaciones deben obtener conocimientos, para que no toleren o perpetúen el sexismo.
Quienes hemos intentado hablar del sexismo debemos realizar la dura labor de honrar nuestros sentimientos válidos de ira, frustración y, a menudo, desespero, mientras no permitimos que nuestras emociones nos hagan violar la dignidad de los hombres y comunicar con y sobre ellos de una manera que niega o disminuye su valor esencial, su ser. No estoy sugiriendo que nuestros sentimientos estén equivocados: la ira es la respuesta natural y emocional a la injusticia, y cuando alguien está siendo perjudicado por, o presenciando, actitudes y conductas injustas mientras sus preocupaciones están siendo descartadas, negadas o atacadas – lo que la mentalidad defensiva del sexismo hace a los hombres hacer cuando están siendo interrogados sobre su sexismo – esta persona se enfurecerá y se desesperará cada vez más para que su mensaje se escuche. Y no estoy sugiriendo que no debemos pedir cuentas a los otros. Estoy simplemente sugiriendo que nosotras también debemos comprometernos con la conciencia: conciencia de cómo y de qué estamos comunicando a los otros cuando hacemos frente al sexismo.
Como ocurre con los veganos que están mental, emocional y espiritualmente agotados de haber enfrentado el privilegio carnista por tanto tiempo, las mujeres (y algunos hombres) que hacen frente al sexismo y al privilegio masculino pueden agotarse de una manera similar. Podemos así perder nuestra capacidad de pensar y de hablar sobre el problema en una manera matizada, y podemos terminar viendo personas (incluso a nosotras mismas) como perpetradores, víctimas o héroes, sin flexibilidad, sin espacio para la fiabilidad humana. Debemos acordarnos de que las buenas personas pueden adoptar prácticas nefastas que no las hacen necesariamente malas personas, y que los hombres no son solamente su privilegio masculino, de la misma manera en que los no-veganos no son apenas su privilegio carnista. Muchos hombres se sienten profundamente inseguros o incluso paralizados por la conversación actual sobre el acoso sexual. Han actuado de una cierta manera durante toda la vida, y es solo ahora cuando empiezan a darse cuenta de que esta actitud es problemática, ya que #metoo ha finalmente perforado el privilegio masculino que vendaba sus ojos. Por lo tanto, les preocupa que las actitudes que siempre han considerado normales puedan de hecho ser inmoral e incluso potencialmente ilícitas – pero no saben cuáles actitudes son adecuadas y cuáles no. La conversación actual alrededor de #metoo se ha centrado en la denuncia de hombres abusivos, no en la transmisión de directrices a los otros hombres para que estos sepan cómo actuar.
Si esperamos que las mujeres hagan el trabajo de educar a los hombres para que paren de actuar de manera inadecuada, evidentemente añadimos más injusticia a una dinámica ya injusta, ya que impone una carga diferenciada a las mujeres, en una manera similar en que algunos no-veganos esperan que los veganos los lleven de la mano para facilitar su transición hacia el veganismo. No obstante, los veganos expertos saben que es esencial dar al menos alguna orientación a los no-veganos para cortar su apoyo al carnismo, y las feministas expertas saben que lo mismo puede decirse para ayudar los hombres a cortar su apoyo al sexismo.
Para los hombres que quieren aliarse pero que no saben cómo, hay tres primeros pasos a tomar.
El primero es obtener conocimientos, para que sean conscientes de la dinámica de géneros. Incluí algunas fuentes al final de este artigo para que puedas empezar. También puedes escuchar a las mujeres cuando hablen sobre sus experiencias con el sexismo. Sigue escuchando también si detectas alguna ira en sus voces, o si no están comunicando tan elocuentemente como habrías querido.
Otro paso sería, como Dr. Lisa Kemmerer ha sugerido, que señales a otros hombres sus propias conductas sexistas: intercepta el sexismo de un hombre cuando lo veas.
Y finalmente, intenta estar abierto y no seas defensivo cuando tu privilegio está siendo cuestionado. Cometerás errores, todos los cometemos. Pero lo que importa más es cómo responderás a estos errores. Saber que no eres tu privilegio – pero sí eres el responsable de la manera en cómo lo manejas una vez que lo has reconocido. Siempre y cuando estés comprometido a cambiar la manera en que te relacionas con tu privilegio, y abierto y receptivo al feedback – reflexionando sobre el feedback que has recibido y tomando medidas para cambiar cualquier comportamiento injusto – puedes considerar que estás en el bando bueno.
Aunque muchos hombres veganos todavía no han participado activamente en el esfuerzo de poner fin al sexismo, considero que la gran mayoría de ellos puede superar este nuevo desafío y trabajar para una transformación dentro de nuestro movimiento, una transformación del mismo tipo como aquella que queremos para el planeta. Durante mis viajes he conocido a millares de hombres veganos, íntegros y profundamente comprometidos con la justicia, y he presenciado de primera mano el poder de aquellos pocos hombres que se levantan como aliados de las mujeres dentro del movimiento, hombres que escuchan con una mentalidad abierta y que denuncian las actitudes y conductas sexistas que observan.
Hago un llamamiento a los hombres veganos para que cambien su papel dentro del sistema opresivo del sexismo. Para bien o para mal, todos sois parte del sistema. No podéis escoger si participáis en el sistema, pero si podéis escoger cómo participáis. Y no importa cómo halláis participado en el pasado, ya que cada momento ofrece una oportunidad para cambiar, para arreglarlo, una oportunidad para mostrar su plena integridad al mundo. Podéis decidir, ahora mismo, concienciaros y transformaros en agentes activos para la transformación social, en lugar de espectadores pasivos de la injusticia. De esta manera, ayudaréis a curar una profunda herida en nuestro movimiento, y ayudaréis a reparar y profundizar vuestra conexión con las mujeres que trabajan a vuestro lado en esta lucha de importancia vital para la liberación animal.
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Aquí constan algunas fuentes para los lectores que quieran profundizar sus conocimientos sobre el sexismo, el feminismo y el privilegio masculino. Algunas de estas fuentes también cubren otras formas de privilegio y de opresión, como el racismo y el clasismo, ya que explican la estructura básica de todos los sistemas de opresión (y evidentemente también es importante que nos concienciemos de estas otras formas de opresión). Incluí a propósito pocos títulos, para que los lectores no se sientan abrumados, y no incluí ninguna obra que asuma un conocimiento previo o que esté escrita en un estilo académico. Si consideras que alguna fuente particularmente útil no está incluida, haz el favor de mencionarla en los comentarios.
Carol J. Adams escribió varios artículos iluminadores y sencillos sobre el patriarcado (la ideología que motiva el sexismo), el feminismo y el veganismo en su blog, y sus libros sobre este tema fueron extremadamente innovadores. Si buscas una referencia no académica, te recomendaría los artículos en su blog.
[ Continúa en inglés ya que no hay traducciones disponibles de estos textos]
The Psychology of Oppression by David and Derthick is classified as a textbook so it’s a bit pricey, but it’s written for a general audience and is quite reader-friendly. It covers pretty much all of the basic, necessary-to-know information about privilege and oppression, and while it’s not exclusively focused on gender it creates a great foundation for understanding sexism.
Unraveling the Gender Knot by Allan G. Johnson gives an excellent overview of gender dynamics and is also reader-friendly, albeit pricey since it’s also classified as a textbook. Johnson also has a blog which includes essays on patriarchy, gender dynamics, and other forms of privilege and oppression.
pattrice jones is a vegan who speaks and writes about a variety of forms of privilege and oppression; this is an excellent blog post she wrote on sexism in the vegan movement and you can access more of her work on the same blog.
Lisa Kemmerer is a leading feminist in the vegan movement. Here is an excellent webinar she gave about sexism in the movement.
For readers who want to go more deeply into the issue, Dr. A. Breeze Harper has done groundbreaking work examining the interconnectedness of oppressions, including sexism. You can find her work here.