El impacto de la industria láctea en el bienestar animal
Los animales que producen leche son también vícitmas de la industria láctea
Los lácteos son los subproductos animales más consumidos del mundo, lo que lleva a que muchos animales se críen exclusivamente para su producción. Las vacas son animales inteligentes, cariñosos y curiosos, que necesitan unas condiciones adecuadas en las que vivir y poder relacionarse con sus congéneres. Sin embargo, pasan su vida en espacios muy reducidos, muchas veces sin ni siquiera tener acceso a pastizales. De esta manera, es imposible que éstos seres sintientes puedan descansar e interactuar de modo natural.
Como el resto de los mamíferos, las vacas deben quedarse preñadas para producir leche. Pero para maximizar la producción de leche, a las vacas se les inyectan hormonas de crecimiento y se fecundan artificialmente cada año. Ese proceso continuo de gestación y lactancia contínua les afecta física y emocionalmente. Muchas desarrollan cojera, infecciones y ,con mayor frecuencia, la inflamación en sus ubres. El desgaste energético que les produce ser ordeñadas diariamente es comparable a correr una maratón cada día. Esto hace que su esperanza de vida de 20 años, se reduzca a tan solo 5 años, cuando finaliza su vida en el matadero por no producir suficiente leche.
Como resultado de esta cría intensiva, el rendimiento promedio de leche por vaca ha aumentado exageradamente en los últimos años. Los terneros solo requieren de unos 8 litros de leche al día para crecer en buenas condiciones de salud. Pero en las granjas industriales, las vacas lecheras producen más de 50 litros al día, unos 12.000 litros de leche al año.
Las vacas producen leche para sus terneros.
Las vacas establecen un vínculo emocional muy fuerte con sus crías, a las que amamantan durante un año. Sin embargo, en las explotaciones lecheras se separa a los terneros de su madre al cabo de unas horas de nacer para que la leche de la vaca se destine al consumo humano. Esta separación causa un increíble estrés para ambos y estarán llamándose el uno al otro repetidamente, a veces durante semanas.
Los terneros macho no tienen ninguna utilidad en la industria láctea, por lo que son sacrificados para el consumo. Las terneras se crían en jaulas pequeñas y aisladas durante las primeras ocho semanas de vida, después sufren el mismo destino que sus madres.
El sufrimiento de los animales llega incluso antes de nacer. Entre el 10 y el 20 por ciento de las vacas que se sacrifican están embarazadas. Sin embargo, el aturdimiento solo afecta a la madre, pero no al ternero que está en su vientre quien, después de pasar por este doloroso proceso, muere a manos de los trabajadores.